Las tejedoras de Mosi en Hansan Corea del Sur, son guardianas de una tradición que ha sobrevivido a través de los siglos en una sociedad que ha visto cambios monumentales. En tiempos donde la modernización amenaza con borrar las costumbres ancestrales, estas mujeres no solo mantienen viva una habilidad artística, sino que también preservan un pilar fundamental de su identidad cultural. Su tenacidad y compromiso con la tradición inspiran a una comunidad a valorar y proteger su herencia.
En la región de Hansan, Corea del Sur, el susurro de la brisa parece contar historias antigüas tejidas con dedicación y esmero. Aquí, el arte del tejido de Mosi, hecho con las fibras delicadas del ramio, se convierte en el legado de generaciones de mujeres artesanas cuyas historias están tan entrelazadas con sus creaciones como las fibras mismas en sus telares.
El Mosi, conocido por su elegancia y durabilidad excepcionales, es más que un tejido; es un símbolo de la perseverancia y la meticulosa habilidad de las mujeres de Hansan. Este material, cultivado con paciencia y transformado con precisión, ha vestido a la sociedad coreana desde tiempos ancestrales, siendo especialmente apreciado en los calurosos meses de verano por su ligereza y transpirabilidad.
Las tejedoras de Hansan no sólo heredan un oficio, sino una carga poética de mantener viva una tradición que ha definido cultural y económicamente su comunidad. Cada hebra de ramio fino u fibra de ortiga, se alinea no solo con precisión técnica, sino con la esencia de una historia familiar, pasada de madres a hijas como una cápsula del tiempo de sabiduría y narrativa femenina.
La práctica del tejido de Mosi ha sido reconocida por la UNESCO, destacando su importancia cultural, de hecho la maestra Bang Yeon Ok es por si misma patrimonio cultural inmaterial, ella lo aprendió de su madre y de su hermana mayor quienes también hilaban, y ella hoy en dia le enseña a su nuera y otras mujeres a que aprendan este noble oficio, asegurando que el mundo reconozca el arte y la precisión que estas mujeres llevan a cabo día con día. Este reconocimiento no solo valida un arte antiguo, sino que celebra el papel fundamental de la mujer en su preservación y evolución.
Las mujeres de Hansan, dedicadas al arte de transformar la fibra de ramio en telas exquisitas, representan una fuente de inspiración profunda y multifacética. Pero para obtener esa maravillosa tela, las mujeres ponen todo su amor, dedicación, sudor y diríamos que hasta algo de magia.
Todo comienza con quitarle las hojas a las ramas de ortigas, un trabajo pesado, pero a la vez delicado para no dañar la fibra tan valiosa que luego se convertirá en hilo, pero como la naturaleza es sabia, nada se pierde y esas hojas se usan para preparar ricos pasteles.
Luego de separar las hojas, se procede a sacar la fibra que se convertirá en hilos, pues el hilo de ortiga se extrae al abrir la planta, para abrirlo toman el tallo, lo sujetan en el medio y lo presionan suavemente hasta que suena «tra», al oír ese quiebre, meten el dedo y quitan la piel, es decir, la corteza y extraen la fibra. Como si de una danza coordinada con las manos se tratara y mucha habilidad, como cualquier danza tradicional requiere de precisión y delicadeza, además de un profundo cuidado y siempre lo hacen muy rápido cuidando de que la fibra no se deshidrate y ya no sirva.
Bang Yeon Ok cuenta que ella recuerda como todas las mujeres mayores cantaban mientras trabajan, a manera de apoyarse entre todas y darse ánimos, así como de divertirse mientras.
Luego que estas mujeres terminan de separar la fibra, la ponen a secar al sol durante 1 semana, y aquí también hay un proceso de alquimia y magia donde las hebras van cambiando de color a medida que van perdiendo agua por el sol, pasan de un color verdoso a un color dorado.
Y para seguir con el proceso de alquimia, viene la parte donde Bang Yeon Ok, todas sus predecesoras y todas las futuras mujeres que continúen con este arte, prácticamente dan parte de ella también a cada tela, literal y metafóricamente cada prenda y cada hilo lleva una parte de cada una de ellas, de su historia y de su legado. Pues la parte más importante es la creación del hilo y para ello, ellas unen cada hebra con sus dientes y un poco de saliva, para crear los grandes y largos hilos que se convertirán en la tela tan valiosa que en tiempos antaño usaban los reyes.
Por estas razones y más, las tejedoras de Mosi en Hansan son verdaderas mujeres inspiradoras, no solo por mantener viva una habilidad impresionante, sino por enseñar al mundo la importancia de la preservación cultural, la educación entre generaciones, el empoderamiento femenino, y la unidad comunitaria. En cada hebra de Mosi, estas mujeres tejen una narrativa de fortaleza, belleza y perseverancia, inspirando a todos aquellos que sus obras alcanzan.
Cada pieza de Mosi es un testimonio de la dedicación y el amor que estas mujeres ponen en su trabajo, recordándonos la importancia de valorar y proteger nuestro legado cultural.
En un mundo que a menudo parece moverse demasiado rápido, las tejedoras de Mosi nos recuerdan la belleza de tomarnos nuestro tiempo, de apreciar las tradiciones y de crear con nuestras propias manos, y de que las cosas a veces para ser valiosas y hermosas llevan sus tiempos. Nos enseñan que la verdadera artesanía no es solo sobre el producto final, sino sobre el amor, la dedicación y la historia que se teje en cada fibra, y que es también dejar parte de ti en las cosas que amas.
Las tejedoras de Hansan preservando su preciada tradición y dejando un legado nos inspiran a nosotros a asumir la responsabilidad vital de ser custodios del futuro, cosa que no sería posible sin nuestras «Floras» porque ellas, representan también a esos niños y niñas que llegan al mundo portadores de esperanza, continuadores de saberes ancestrales y creadores de nuevos conocimientos.
Cada bebé que ayudamos a nacer es una promesa de vida renovada, un nuevo comienzo lleno de potencial. Al igual que cada hebra de ramio lleva consigo la historia de Hansan, y una parte de su tejedora, cada niño nacido gracias a una donación de óvulos, trae consigo la posibilidad de continuar y enriquecer el legado de la humanidad, un niño que además es la representación de la generosidad absoluta, y del más puro de los amores.
Nuestra labor, aunque diferente, es tan crucial como la de las tejedoras. Ellas preservan una tradición milenaria; nosotros y nuestras Floras somos Guardianes de la Vida.
Yo Soy Flora porque soy Inspiración.
Yo Soy Flora porque soy Legado.
Yo Dono óvulos porque soy amor.
Yo Dono óvulos porque soy Vida.
Al igual que las tejedoras de Hansan tú también puedes formar parte de una noble misión: ser Guardiana de Vida. Si te interesa cómo puedes contribuir a este hermoso ciclo de dar vida o si simplemente quieres obtener más información sobre LA DONACIÓN DE ÓVULOS, estamos aquí para ti. En Yo Soy Flora, nos dedicamos a responder tus preguntas y guiarte en este camino.
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