Durante décadas, la idea de que el mundo está sufriendo de una sobrepoblación descontrolada ha sido un tema recurrente en los debates y discusiones sobre el futuro de nuestro planeta. Sin embargo, a medida que la tecnología y la economía han avanzado, la tasa de crecimiento de la población mundial ha disminuido y algunos argumentan que la preocupación por la sobrepoblación es infundada.
Es decir, que con el pasar del tiempo y con las cifras y números en mano, algunos expertos argumentan que la sobrepoblación es en realidad un mito exagerado y malinterpretado.
Hace poco alcanzamos el gran número de 8.000 millones de habitantes y quizás viendo estos números podemos pensar que somos muchos y que cada vez seremos más, pero lo cierto es que es un número engañoso, pues los expertos confirman que el crecimiento de la población ha tenido una desaceleración importante y que cada vez, nacerán muchos menos niños en el mundo, así que cada vez será más común ver pueblos enteros envejecidos y en vilo de desaparecer.
Pues si bien es cierto, que la población mundial tuvo un repunte, y se espera que alcance los 10 mil millones en las próximas décadas, este crecimiento ya ha disminuido su ritmo y nos lleva a cuestionar si la idea de la sobrepoblación es realmente una amenaza real o una creencia infundada que podría tener consecuencias negativas en nuestras políticas y decisiones globales.
Ya encontrándonos con una población mundial de 8 mil millones, estamos en un contexto muy distinto al de hace décadas. Pero lo cierto es que es un número engañoso, pues los expertos confirman que el crecimiento de la población ha tenido una desaceleración importante y que, cada vez nacerán muchos menos niños en el mundo.
En 1990, la población mundial se estimaba en 5 mil 300 millones, y en 1960, había 5 mil millones menos de personas en el mundo que en la actualidad. Sin embargo, la sociedad ha experimentado muchos cambios en las últimas décadas, lo que ha resultado en tendencias demográficas diferentes a las que se preveían.
Por ejemplo, el crecimiento poblacional se ha desacelerado significativamente desde 1960, lo que se ha relacionado con la mayor participación de las mujeres en la educación y el trabajo, así como con un mayor acceso a métodos anticonceptivos, además, hay una clara relación inversa entre el nivel de desarrollo de un país y el número de hijos por familia.
Según algunas estimaciones de las Naciones Unidas, la tasa de crecimiento de la población mundial se ha reducido a menos del 1% por año y se espera que alcance el cero en este mismo siglo. A pesar de esto, algunos siguen argumentando que la sobrepoblación es un problema que debemos enfrentar, pero viendo todo este panorama, nada más lejos de la realidad.
El Instituto Nacional de Estadística informa que nuestro país está experimentando una disminución de población, ya que desde 2015 el número de nacimientos ha sido menor que el número de defunciones, y en la primera mitad de 2021 se han perdido más de 70.000 habitantes, la tendencia parece que continuará ya que, los jóvenes españoles tienen poca descendencia debido a diversas razones como el miedo a impactar en sus carreras, la falta de economía familiar, incertidumbre laboral y dificultad para equilibrar trabajo y familia.
El desafío de predecir los índices demográficos se complica debido a las condiciones sociales que los influyen, lo cual plantea la cuestión de cuánta población mundial es sostenible.
La proyección de la Organización de las Naciones Unidas de una población mundial de más de 11 mil millones para el año 2100, y aunque es considerada «apocalíptica» por algunos demógrafos actuales, sin embargo, hay múltiples factores que podrían influir en la evolución poblacional de los próximos 80 años, como avances tecnológicos, mejoras en anticonceptivos, cambios en las tendencias macroeconómicas globales, entre otros.
Sin embargo, hoy en día tenemos más recursos y conocimientos para enfrentar estos desafíos y lograr un crecimiento poblacional sostenible sin tener ningún miedo a ser un «mundo sobre poblado», a diferencia de lo que se creía en la década de 1950 cuando se planteaban teorías pesimistas sobre la sobrepoblación.
Por el contrario, hoy en día la tendencia parece indicar lo contrario, y que las tasas de natalidad son cada vez más bajas en muchos países del mundo, lo cual sí que tendría consecuencias que nos obligaría a cambiar de sistemas y paradigmas, porque no estamos preparados para un mundo sin personas. El envejecimiento de la población y la disminución de la natalidad son desafíos demográficos significativos para las economías, la convivencia y la viabilidad del Estado de bienestar.
Una población con menos niños es una amenaza para el futuro de la humanidad, pero ¿cómo podemos estimular la natalidad mientras mantenemos los derechos adquiridos, como la libertad de elección de maternidad y la protección contra la explotación laboral de los niños?
Además, es importante destacar que el crecimiento poblacional no es homogéneo en todo el mundo y que algunos países experimentan un crecimiento demográfico más acelerado que otros. Por ejemplo, en África se espera que la población se duplique para el año 2050, mientras que en Europa y América del Norte se espera un crecimiento mucho más moderado.
Es fundamental que se tomen medidas para garantizar que el crecimiento poblacional se produzca de manera sostenible y equitativa. Esto implica no solo promover políticas de control de la natalidad y educación sexual, sino también garantizar el acceso a servicios de salud, educación y empleo, especialmente para las mujeres y los grupos más vulnerables.
Enfocándonos mucho más en nuestro país, el Instituto Nacional de Estadística (INE) informó hace poco que España experimentó un mínimo histórico en la tasa de natalidad el año pasado, con solo 329.812 nacimientos registrados, lo que equivale a un promedio diario de 903 alumbramientos, 79 menos que en 2019, antes de la pandemia.
En los últimos años, España ha visto un declive constante en la natalidad, lo que la sitúa en el segundo lugar en la Unión Europea en términos de este indicador, solo por detrás de Italia.
La tasa de natalidad en nuestro país entre 2017 y 2021 se mantuvo en un promedio del 7,6, lo que está por debajo del promedio europeo de 9,3 y significativamente por debajo del de Irlanda, que es de 12. En consecuencia, España ocupa el puesto 26 en la clasificación de la tasa de natalidad de la UE.
El crecimiento poblacional no debe ser visto como una amenaza en sí misma, sino como un desafío que debemos enfrentar de manera responsable y sostenible. Con los recursos y conocimientos que tenemos hoy en día, es posible lograr un crecimiento poblacional equilibrado y justo para todos, sin comprometer la calidad de vida de las generaciones presentes y futuras.
En resumen:
1. El concepto de sobrepoblación, de que hay más personas en el mundo de las que el planeta puede soportar, es falso
2. A pesar de haber alcanzado los 8 mil millones de habitantes, el crecimiento poblacional ha desacelerado significativamente y se espera que alcance el cero en este siglo.
3. En países como España, la población está disminuyendo debido a la baja tasa de natalidad.
4. La proyección de una población mundial de más de 11 mil millones para el año 2100 es considerada «apocalíptica» por algunos demógrafos, pero hay múltiples factores que indican que es poco probable que pase.
5. Hoy en día, tenemos más recursos y conocimientos para enfrentar los desafíos demográficos y lograr un crecimiento poblacional sostenible, así que seamos un mayor número de personas no debería asustarnos.
6. El envejecimiento de la población y la disminución de la natalidad son desafíos significativos para las economías y la convivencia en el mundo.
El mito de la sobrepoblación es infundado, viendo todo lo que comentamos en este artículo, por el contrario ha hecho daño pues es una opinión que tenemos todos muy arraigada, y ahora apuntamos a ser un mundo menos poblado, trayendo eso graves consecuencias para la economía de todos.
Por eso las técnicas de reproducción, en un mundo donde la infertilidad es un problema, y las tasas de natalidad bajan y bajan, condenando poblaciones y culturas a desaparecer, cobran vital importancia.
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