La sociedad actual afronta una crisis demográfica de magnitudes tales que llama la atención de una parte importante de la población.
Desde hace algunos años la tasa de natalidad ha venido cuesta abajo. Escenarios en otrora conocidos por su gran índice de población han descendido en forma drástica. Es el caso, por ejemplo, de América, China, India y África cuya tasa de fertilidad ha ido en declive habiéndose reducido de un 2,7 en el año 2000 a un 2,3 en el 2023.
Este fenómeno no solo llama la atención, sino que, además, es motivo de gran preocupación debido a que el colapso de la tasa de natalidad trae consecuencias como, por ejemplo una franca regresión de la población mundial por que, lógicamente, la reducción del número de nacimientos por mujer, incide en forma directa en la disminución de la población mundial.
La contracción de la natalidad repercute, con gran impacto, en el sector productivo y, por ende, en lo económico. En lo referente a los sistemas de salud, estos pudieran verse afectados gracias al envejecimiento progresivo de la población; de la misma manera, sería éste un enorme desafío para la seguridad social y para la economía global, en particular.
Así mismo, con el hecho de la caída del crecimiento de la población mundial se vislumbra la disminución en la innovación. La creación, comúnmente, se identifica con la juventud; la creatividad, en líneas generales, se reconoce como una cualidad, capacidad o facultad de producir o hacer las cosas de manera nueva y original.
El mundo que conocemos es producto de la creatividad de las personas y es ésta una condición necesaria para el desarrollo de las sociedades y el mejoramiento de la vida. La creatividad es un factor determinante para el desarrollo de una sociedad y es, justamente, en los jóvenes en quienes reposa la capacidad de pensar creativamente, de resolver problemas de forma novedosa y de correr riesgos.
En consecuencia, la capacidad de innovar, de producir, se detendría en la medida en que la fertilidad disminuyera.
Se deben destinar recursos para garantizar la continuidad de la humanidad. Las decisiones trascendentes deben girar en torno al hombre, en torno a la vida, en torno a la continuación de la especie humana. En un escenario idóneo el foco es la vida.
La fertilidad es el génesis de la vida y la vida es la garantía de la pervivencia del planeta. Los nacimientos no pueden cesar porque la vida no puede acabar…
He allí el verdadero equilibrio, la verdadera armonía.
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